lunes, 30 de mayo de 2011

Fotos del IV Congreso de la Asociación Argentina de Salud Mental.

Durante los días 19, 20 y 21 de mayo se llevó a cabo el Cuarto Congreso Internacional de la Asociación que se llevó a cabo en el Hotel Panamericano de la Ciudad de Buenos Aires.
Allí se presentó nuestra radio en un stand. Estas son algunas de las fotos de las personalidades que han visitado el Congreso. Más de 2200 profesionales se dieron cita en este congreso que cada vez núclea más instituciones y que promueve interés en el área de salud mental de la República Argentina y países limítrofes, como así también invitados de la talla del psicoanalista francés Gerard Pommier.
Las autoridades del Congreso así como la Organización fueron excelentes anfitriones en el marco espectacular del Hotel Panamericano.


































sábado, 28 de mayo de 2011

FALLECIÓ EL RECONOCIDO TENOR RICARDO CASSINELLI




En el día de ayer, en la provincia de Córdoba, falleció nuestro querido y recordado Ricardo Adolfo Cassinelli.
Tenor de carácter, célebre por sus dotes histriónicas y por su humor, Ricardo Cassinelli representa toda una época en la historia del Teatro Colón, al que estaba unido desde sus inicios en el Instituto Superior de Arte y a partir de 1973 como activo integrante de sus elencos de ópera, así como del Coro Estable.
Con una extendida carrera internacional, Cassinelli debutó en Ginebra bajo la dirección de Herbert Graf, antes de ser miembro de la Ópera de Berna. Fue invitado permanente de los principales teatros de Europa y se lo pudo apreciar en los festivales de Glyndebourne, Maggio Musicale Fiorentino, con El tríptico, junto a Mirella Freni y Roberto Alagna, dirigidos por Bruno Bartoletti y grabado para el sello DECCA; Chorégies d'Orange, Salzburgo, como Basilio en Las bodas de Fïgaro, producción de Jean-Pierre Ponnelle y dirección de James Levine (1986), y en 1995 se presentó como Valzacchi de El caballero de la rosa, producción de Herbert Wernicke y dirección de Lorin Maazel.
En los Estados Unidos se presentó con la Ópera de Washington en el Kennedy Center, bajo la dirección de Daniel Barenboim, y con la Ópera de San Diego, como el Abate de Chazeuil en la producción de Tito Capobianco de Adriana Lecouvreur, junto a Joan Sutherland. En América del Sur actuó en los principales teatros, retornando al Teatro Colón año a año. Entre las obras que incluía su vasto repertorio, pueden mencionarse Falstaff, Tosca, Il ritorno d'Ulisse in Patria, La vie parisienne, Rigoletto, Guillermo Tell, Turandot, La fanciulla del


West, Los cuentos de Hoffmann, Attila y Macbeth . Ha realizado incontables grabaciones para los sellos EMI, Philips, Pioneer, Millenium Classics y DECCA. Asimismo, participó en numerosos videos. Sus últimas actuaciones en el Teatro Colón fueron en Sueño de una noche de verano de Britten y en Jonny Spielt auf de Krenek. Finalmente, en 2010 tuvo el honor de participar en la reapertura del Teatro Colón en el papel de Parpignol de La Bohème.

viernes, 27 de mayo de 2011

Cuadernos del espectáculo Nro. 11

Cuadernos del espectáculo Nro. 11
Por Carlos Abeijón.
Exclusivo para Radio Capital del Sur



Otro zafarrancho en la calle Corrientes. En el mismo teatro donde hace algunos meses, tuvimos que sufrir la incalificable propuesta autoral de una ignota dama, que se llamó MUJERES Y BOTELLAS, el incansable, movedizo y sobrevalorado José María Muscari acaba de estrenar su último capricho: OCHO MUJERES. Esta comedia policial de Robert Thomas ya había tenido, en 2002, una deliciosa y sutil versión cinematográfica del talentoso Francois Ozon. Muscari, siempre provocativo y superficial, demuestra su incapacidad para encarar textos ajenos (recordar su tediosa puesta de EL ANATOMISTA.)Con obras de su autoría logró un resultado óptimo con ELECTRA SHOCK, con la maravillosa Carolina Fal demostrando sus grandes cualidades interpretativas. Esta vez, y antes de la locura mediática que le espera en BAILANDO POR UN SUEÑO, en su versión gay, el hiperkinético autor y director se va al demonio. Con recursos burdos y falsamente almodovarianos construye un universo femenino plagado de intrigas, sin la más minima gracia y con una falta de recursos escénicos verdaderamente pasmosa. La elección del elenco, tan heterogéneo como errático, da vergüenza ajena. Sólo se salvan del precipicio del ridículo Mónica Villa, Emilia Mazer e Hilda Bernard. Los tonos calculados de Norma Pons resultan intolerables. Ni que hablar de la poco funcional escenografía de Marcelo Valiente y el horrible vestuario de Pablo Battaglia y Alejandra Robotti.¡Huid!



Se renueva la cartelera cinematográfica: en esta oportunidad, con cinco estrenos. Empecemos por lo nuestro, que esta vez no está tan mal. La cinta nacional EL DEDO, del novel director Sergio Teubal, sigue con bastante prolijidad las andanzas de unos personajes que, con el regreso de la democracia, habitan la pequeña localidad cordobesa de Cerro Colorado. El film oscila cómodamente entre la comedia negra y la sátira política y obtiene un buen rendimiento de sus actores, en especial de Fabián Vena y Gabriel Goity. La otra propuesta vernácula es LA PALABRA EMPEÑADA, con dirección y guión de Juan Pablo Ruiz y Martín Masetti, un empeñoso trabajo de investigación sobre un controvertido periodista que viaja a Cuba para entrevistar a grandes personalidades. Tiene su interés, aunque modesto. Y pasando a un estilo de comedia muy zafado y descontrolado nos encontramos con QUE PASO AYER. PARTE 2, sólo para espíritus poco pretenciosos, con una dirección más que discreta de Todd Phillips. Por otra parte, para los que prefieren el terror explícito que marca tendencia en la actualidad (lejos de crear atmósferas inquietantes) no tienen más que elegir LA NOCHE DEL DEMONIO, del cineasta malayo James Wan.



Esta vez, dejamos lo mejor para el final. Hablamos de la excelente coproducción entre Francia y Canada, INCENDIES, un alegato con fuerte potencial dramático, de Denis Villeneuve en contra de la violencia, en un imaginario lugar de Medio Oriente. Ci vediamo

¡Por fin HOMBRES al fin! Pagina/12


"¡Ya no hay hombres!"
El autor diferencia entre el amor "moderno" y el "posmoderno": el primero "ofrecía la mujer-madre, pasiva y sin deseo sexual, y el hombre-de-familia como sostén indiscutido"; el amor posmoderno despega "madre" de "mujer"; ésta "orienta su vida privada desde el deseo sexual" y "los hombres posmodernos deben responder a nuevas exigencias, entre ellas la de soportar el enunciado 'Ya no hay hombres'".

Por Ernesto S. Sinatra *

Una queja (o un lamento) elevado en ocasiones como grito de guerra, caracteriza a las mujeres en los tiempos actuales: "¡Ya no hay hombres!". Son representadas por él un número apreciable de mujeres heterosexuales que tienen crecientes dificultades para conseguir, sobre todo de un modo permanente, hombres: ya sea para la ocasión, pero especialmente en matrimonio o en concubinato. Sus razones, atendibles, sostienen que, como decía recientemente una analizante, "hombres, lo que se dice hombres de verdad, no se consiguen fácilmente". Esta dificultad va más allá de diferencias de clase social, ya que es usual encontrar a mujeres pobres encabezando familias monoparentales, por el frecuente abandono de los hombres de sus obligaciones laborales y de manutención de sus mujeres e hijos.

El amor moderno, el freudiano, poseía una precisa representación del hombre y de la mujer que se ha transformado notablemente en el amor posmoderno, lacaniano. El primero ofrecía un estereotipo de la mujer-madre como objeto de amor, pasiva y sin deseo sexual, y del hombre-de-familia como el sostén indiscutido del núcleo familiar; mientras que el amor posmoderno, al despegar "madre" de "mujer", caracteriza a ésta por su actividad, por el privilegio del trabajo sobre el hogar, por la orientación de su vida privada desde el deseo sexual; en tanto que los hombres "posmodernos" no solo deben enfrentar las consecuencias del avance sociojurídico de las mujeres, sino que deben responder a sus nuevas exigencias, entre ellas la de soportar el enunciado "Ya no hay hombres" y responder con lo que supuestamente tienen.

Los hombres son empujados por las mujeres a dar una respuesta cash, pues ya no alcanza con vanagloriarse de los oropeles masculinos ligados a la sacrosanta medida del falo, sino que, cada día más, son conducidos a demostrar con cada mujer lo que saben hacer "como hombres".

Verificamos rápidamente las consecuencias para ambos sexos de afrontar el redoblamiento de la apuesta: el surgimiento de nuevos síntomas. En el horizonte masculino surge la devaluación del Don Juan, para muchas mujeres ya una especie en extinción. Es que el modelo donjuanesco requiere de un objeto complementario que ha caído en desuso: el objeto femenino pasivo, sin deseo sexual, sólo despertado por el gran seductor "contra su voluntad". Don Juan se extingue como figura actual. Surgen entonces las mujeres "que tienen" de verdad; especialmente en ciudades industriales de países desarrollados, pero también en sectores acomodados de países subdesarrollados.

Fuertes y seguras, estas mujeres demuestran que efectivamente pueden tener bienes y lucirlos; ellas son exitosas en sus profesiones, autónomas, seguras de sí y partidarias del sexo sin ataduras ni compromisos estables con hombres. Estas mujeres –con frecuencia divorciadas o aun solteras– padecen síntomas que hasta ayer les eran reservados a los hombres: estrés laboral, fobias diversas localizadas en el temor a la pérdida de objetos: de este modo ellas participan de la angustia del propietario.

En este contexto, no debería sorprendernos la proliferación de manuales de autoayuda. Uno de ellos, escrito por una mujer, ha propuesto para las mujeres normas para "saber-vivir": se trata de Barbara De Angelis en su libro Los secretos de los hombres que toda mujer debería saber (ed. Grijalbo), donde les propone a "ellas" reglas para obtener éxito con "ellos". Se trata de un catálogo de seis normas, que expongo a continuación:

1 "Cuando trate de impresionar a un hombre que me gusta hablando tanto acerca de mí misma que no le pregunte a él nada, dejaré de hacerlo y me limitaré a preguntarme si él me conviene." En el inicio se sitúa el goce del bla-bla-bla del lado femenino, ahora presentado como mascarada-carnada. De él se aprecia que es un obstáculo para el pensamiento equilibrado en las mujeres respecto de su deseo. La tradicional posición femenina del hacerse amar encuentra en esta norma su traducción por el goce narcisista de la lengua como un impedimento para asegurar el lazo con el hombre considerado más conveniente.

2 "Le expresaré mis sentimientos negativos tan pronto como sea consciente de ellos antes de que se consoliden, aunque esto implique hacerle daño." Nuevamente, se trata de un llamado a la razón femenina a partir de su función discriminatoria, esta vez para decidir lo que hay que decir y cuándo hacerlo: cada mujer debería estar advertida de sus sentimientos para diferenciar los positivos de los negativos y comunicarlos al partenaire –o candidato– en el momento oportuno.

3 "Trabajaré en cuidar mi relación con mi ex esposo cuidando de no considerarme como dañada, y no hablaré de él como si yo fuese la víctima y él fuese el verdugo." Se introduce aquí una cuestión delicada: la relación de una mujer con su ex. Es notable la toma de posición decidida de la autora: rechaza asumir la posición "natural" de víctima (como suele hacer cierto feminismo débil), y la empuja a confrontarse con su responsabilidad.

4 "Cuando mis sentimientos sean dañinos le diré a mi compañero de pareja qué es lo que estoy sintiendo antes que lloriquear o hacer muecas pretendiendo que no me preocupo o actuando como una niña pequeña." Esta proposición constituye un mixto entre la segunda y la tercera regla, y agrega el rechazo del comportamiento infantil del llanto, al que caracteriza como típica respuesta femenina.

5 "Cuando me vea llenando vacíos, áreas muertas en la relación, me detendré y me preguntaré si mi compañero de pareja me ha dado últimamente mucho a mí; si no lo ha hecho, le pediré lo que necesito, en lugar de hacer las cosas mejor yo." Esta regla busca, nuevamente, apelar a la razón femenina para localizar esta vez lo que el partenaire no da y exigírselo, si correspondiere. Esta norma parece recusar la salida femenina del reemplazo del hombre por ella misma, es decir, parece contrariar el recurso de las "nuevas patronas" (ver más abajo).

6 "Cuando me veo a mí misma dando un consejo que no se me ha pedido o tratando a mi compañero como a un niño, dejaré de hacerlo; tomaré aliento y permitiré que se dé cuenta de qué está fuera de su alcance, a no ser que me pida ayuda." Esta última norma comenta un uso habitual del partenaire masculino en el lazo erótico, frecuente causa de estragos (pero, es preciso agregar, no menos causa de matrimonios): aconseja a cada mujer dejar de situarse como madre cuando el hombre se sitúa como niño.

Cada una de estas normas advierte a las mujeres de algunos de sus síntomas más frecuentes; cada una de ellas gira en torno de la ocasión propicia para responder al partenaire. Pero aquí encontramos la primera dificultad, porque, como se sabe, a la ocasión no sólo la pintan calva sino, también, mujer; y ya que –curiosamente– estas normas no dicen nada acerca de cómo arreglárselas con la otra mujer. Es bien sabido que, cuando una mujer depende de otra para cierto fin, suele haber problemas: Jacques Lacan habló del "estrago" materno para situar la densidad emocional que caracteriza a la relación madre-hija, la que contaminará los futuros encuentros de la hija-mujer con las otras mujeres.

Otra dificultad es que estas reglas son racionales, atinadas, pero –en el mismo punto en el que fracasa todo manual de autoayuda– también suelen ser inservibles. Más allá de esto, en estas normas una mujer toma partido y advierte a otras mujeres, posmodernas, acerca del riesgo de caer en la victimización o en la identificación con la madre, características referibles a la mujer moderna: pasiva y melindrosa, o activa sólo en su función maternal (sobre hijo o marido, da igual).

La patrona
La búsqueda principal para una mujer, en sus encuentros con los hombres –más allá de la satisfacción en sus encuentros sexuales y en la maternidad– la constituye el lograr ser amada por un hombre, llegar a capturar a uno que la ame especialmente a ella, encontrarse con aquel que la distinga con su deseo como una, singular, entre todas las otras mujeres. Cabe observar que, actualmente, este procedimiento suele ser realizado por ellas a repetición, es decir, que el cumplimiento de este rasgo requiere una búsqueda realizada con sucesivos hombres y cuyas condiciones de éxito sólo pueden ser analizadas en cada mujer, singularmente.

Para los hombres, en cambio, la bipartición entre el amor y el goce parece haberlos empujado a una suerte de "infidelidad estructural". Se constituye entonces el problema masculino en estos términos: cómo podría arreglárselas un hombre con una sola mujer, cómo elegir a una y situarla en el lugar de causa de su deseo. Algunos hombres, a los que podríamos denominar neuróticos "tradicionales", suelen llamar a sus esposas "la patrona". La patrona, designación con la que denuncian su elección conforme al tipo de la mujer-madre, organiza sus vidas. Si bien algunos de estos hombres pueden conservar el rasgo de infidelidad "social" y gozar con otras mujeres –sea con amantes ocasionales o estables, o por renta part-time de servicios sexuales–, ¿qué sucede sexualmente con la patrona?

No podría decirse –al menos no en muchos casos– que esos hombres no quieran a su patrona, mujer única para ellos; pero, ¿cómo gozar de la patrona en la cama? Ya que se sabe, desde Freud, que para gozar de una mujer en el acto sexual un hombre debe faltarle el respeto. Esto se refiere a la idealización de una mujer: si una mujer está "allí arriba", no puede compartir el lecho "aquí abajo". Imaginemos a un hombre –estoy pensando en una dificultad narrada por un sujeto obsesivo– que, en el preciso momento de penetrar a su esposa, se encontró viendo a la madre... de sus hijos. ¿Cómo podría poseerla "de verdad", si su libido se halla adherida al objeto incestuoso y toda su vida ha girado en torno de su dedicación a esa madre, mientras secretamente se consagraba –aunque no menos en la actualidad– a ejercicios masturbatorios?

Y ahora desde la perspectiva de "la patrona", ¿qué sucede cuando ella se ubica complaciente y decididamente en su puesto de mando, aunque haga de ese lugar el último baluarte de una sempiterna queja? Una mujer, cuando se trata de obtener goce sexual en el encuentro con un hombre, deberá dejarse tomar como objeto causa de deseo, es decir, prestarse a ese goce que él obtiene con su fantasma, y por ese medio extraer ella Otro goce que excederá no solo a él, sino, y especialmente, a ella misma. La patrona de la que hablamos no parece estar dispuesta a esos deslices libidinales, ya que su satisfacción está puesta en otro lugar: "fabricar a su hombre" (ver más abajo), llámese "maternidad".

Nueva patrona
Las mujeres de hoy ya no necesitan el palo de amasar de la patrona-ama-de-casa como emblema del poder fálico (y quizá tampoco requieran tanto como antes de sus hijos, al menos no de los hijos concebidos con sus maridos). Con las transformaciones del mercado capitalista se ha modificado el equilibrio de fuerzas entre hombres y mujeres. La justa apropiación por parte de las mujeres de sectores ligados tradicionalmente con la esfera pública ha introducido cuantiosos matices en la guerra entre los sexos. Un nuevo tipo femenino no oculta su predilección por el sexo ocasional. Decididas en el encuentro sexual, suelen quejarse de que los hombres se intimidan cuando ellas los encaran dejando ver las llaves de su departamento o de su auto. Ese gesto puede constituir una mostración de la impotencia masculina ("Ahora yo lo tengo y vos no") y resultar para un hombre un castigo aún más doloroso que el inocente palo de amasar de antaño. Venganza femenina/humillación masculina. Sin embargo, un hombre, confrontado con ese señuelo, no tendría por qué sentirse intimidado: sólo la magnitud de su indexación fálica habrá determinado esa respuesta. Una mujer en el diván, enojada consigo misma, se quejaba por cómo había tratado a un hombre que la atraía especialmente. Luego del momento inicial de mutua seducción, y ya en el umbral de un encuentro sexual, ella le preguntó si había traído preservativos. A su respuesta "Traje algunos, ¿y vos?", ella no tuvo mejor idea que decirle: "¡Bueno, bueno, cuánta fe que nos tenemos!". La respuesta de él no se hizo esperar: impotencia sexual.

Del lado de estas mujeres se ha producido una inversión dialéctica en su posición discursiva: han dejado de sentirse "mujeres-objeto" para procurarse "hombres-objeto". Como otra de ellas me enfatizaba en una entrevista: "Yo, como muchas de mis amigas, no estamos dispuestas a tener un hombre al lado durante mucho tiempo. Al tiempo se vuelven insoportables y hay que pedirles que se vayan".

En una primera entrevista, otra mujer –ejecutiva, famosa, reconocida socialmente– hablaba de los hombres igual que ciertos hombres hablan de las mujeres. Un rasgo de su padre, que comentó al pasar, era la sustancia identificatoria de la que se alimentaba: ella era en el mundo de los negocios –éstas fueron sus palabras– "un hombre más", y obtenía su éxito empresarial en el mismo rubro en el que su padre había fracasado. Efectivamente se había transformado en un hombre más, y no le hizo falta ninguna prótesis peneana para serlo; tampoco era homosexual; era una mujer perfectamente neurótica.

Este tipo de mujeres hacen el hombre a su manera: no son las que tienen (ni quieren) un marido a quien hacer existir como el hombre que ellas pretenderían ser; ellas no moldean a "su" hombre a su imagen y semejanza. Para ellas el reemplazo es directo y sin mediación: son ellas quienes lo borran del mapa y se colocan en su lugar. Este tipo de mujer "posmoderna" constituye un envés de aquella otra, "moderna", que, encerrada en su familia, se había dedicado a fabricar a su hombre: vistiéndolo, mandándolo al trabajo (y a la vida), con una caricatura de docilidad que la encuentra pasiva, callada y siempre plegada al deseo masculino.

De esta nueva posición, el testimonio light lo constituyen los clubes de mujeres solas –o casadas pero reunidas solas para la ocasión– presenciando stripteases masculinos, ululando con cada trozo de los cuerpos exhibidos y peleándose ritualmente, de un modo fetichista, para conseguir el slip ofrecido. Esta práctica se ha transformado en un hábito aceptado socialmente; a veces, aunque no siempre, con el único requisito de que las mujeres casadas vuelvan después a sus casas.

Se deduce que la división amor-goce pareciera ya no funcionar exclusivamente del lado de los hombres, a partir de que el simulacro fálico ha tomado legitimidad jurídico-social para las mujeres. Pero quedan aún por determinar las variaciones singulares que se producen, no sólo en la esfera pública, a partir del justo reconocimiento de la paridad legal entre ambos sexos, sino especialmente en el campo del goce sexual, ya que en éste no existe la justicia distributiva.

¡Por fin HOMBRES al fin! Pagina/12

"¡Ya no hay hombres!"
El autor diferencia entre el amor "moderno" y el "posmoderno": el primero "ofrecía la mujer-madre, pasiva y sin deseo sexual, y el hombre-de-familia como sostén indiscutido"; el amor posmoderno despega "madre" de "mujer"; ésta "orienta su vida privada desde el deseo sexual" y "los hombres posmodernos deben responder a nuevas exigencias, entre ellas la de soportar el enunciado 'Ya no hay hombres'".

Por Ernesto S. Sinatra *

Una queja (o un lamento) elevado en ocasiones como grito de guerra, caracteriza a las mujeres en los tiempos actuales: "¡Ya no hay hombres!". Son representadas por él un número apreciable de mujeres heterosexuales que tienen crecientes dificultades para conseguir, sobre todo de un modo permanente, hombres: ya sea para la ocasión, pero especialmente en matrimonio o en concubinato. Sus razones, atendibles, sostienen que, como decía recientemente una analizante, "hombres, lo que se dice hombres de verdad, no se consiguen fácilmente". Esta dificultad va más allá de diferencias de clase social, ya que es usual encontrar a mujeres pobres encabezando familias monoparentales, por el frecuente abandono de los hombres de sus obligaciones laborales y de manutención de sus mujeres e hijos.

El amor moderno, el freudiano, poseía una precisa representación del hombre y de la mujer que se ha transformado notablemente en el amor posmoderno, lacaniano. El primero ofrecía un estereotipo de la mujer-madre como objeto de amor, pasiva y sin deseo sexual, y del hombre-de-familia como el sostén indiscutido del núcleo familiar; mientras que el amor posmoderno, al despegar "madre" de "mujer", caracteriza a ésta por su actividad, por el privilegio del trabajo sobre el hogar, por la orientación de su vida privada desde el deseo sexual; en tanto que los hombres "posmodernos" no solo deben enfrentar las consecuencias del avance sociojurídico de las mujeres, sino que deben responder a sus nuevas exigencias, entre ellas la de soportar el enunciado "Ya no hay hombres" y responder con lo que supuestamente tienen.

Los hombres son empujados por las mujeres a dar una respuesta cash, pues ya no alcanza con vanagloriarse de los oropeles masculinos ligados a la sacrosanta medida del falo, sino que, cada día más, son conducidos a demostrar con cada mujer lo que saben hacer "como hombres".

Verificamos rápidamente las consecuencias para ambos sexos de afrontar el redoblamiento de la apuesta: el surgimiento de nuevos síntomas. En el horizonte masculino surge la devaluación del Don Juan, para muchas mujeres ya una especie en extinción. Es que el modelo donjuanesco requiere de un objeto complementario que ha caído en desuso: el objeto femenino pasivo, sin deseo sexual, sólo despertado por el gran seductor "contra su voluntad". Don Juan se extingue como figura actual. Surgen entonces las mujeres "que tienen" de verdad; especialmente en ciudades industriales de países desarrollados, pero también en sectores acomodados de países subdesarrollados.

Fuertes y seguras, estas mujeres demuestran que efectivamente pueden tener bienes y lucirlos; ellas son exitosas en sus profesiones, autónomas, seguras de sí y partidarias del sexo sin ataduras ni compromisos estables con hombres. Estas mujeres –con frecuencia divorciadas o aun solteras– padecen síntomas que hasta ayer les eran reservados a los hombres: estrés laboral, fobias diversas localizadas en el temor a la pérdida de objetos: de este modo ellas participan de la angustia del propietario.

En este contexto, no debería sorprendernos la proliferación de manuales de autoayuda. Uno de ellos, escrito por una mujer, ha propuesto para las mujeres normas para "saber-vivir": se trata de Barbara De Angelis en su libro Los secretos de los hombres que toda mujer debería saber (ed. Grijalbo), donde les propone a "ellas" reglas para obtener éxito con "ellos". Se trata de un catálogo de seis normas, que expongo a continuación:

1 "Cuando trate de impresionar a un hombre que me gusta hablando tanto acerca de mí misma que no le pregunte a él nada, dejaré de hacerlo y me limitaré a preguntarme si él me conviene." En el inicio se sitúa el goce del bla-bla-bla del lado femenino, ahora presentado como mascarada-carnada. De él se aprecia que es un obstáculo para el pensamiento equilibrado en las mujeres respecto de su deseo. La tradicional posición femenina del hacerse amar encuentra en esta norma su traducción por el goce narcisista de la lengua como un impedimento para asegurar el lazo con el hombre considerado más conveniente.

2 "Le expresaré mis sentimientos negativos tan pronto como sea consciente de ellos antes de que se consoliden, aunque esto implique hacerle daño." Nuevamente, se trata de un llamado a la razón femenina a partir de su función discriminatoria, esta vez para decidir lo que hay que decir y cuándo hacerlo: cada mujer debería estar advertida de sus sentimientos para diferenciar los positivos de los negativos y comunicarlos al partenaire –o candidato– en el momento oportuno.

3 "Trabajaré en cuidar mi relación con mi ex esposo cuidando de no considerarme como dañada, y no hablaré de él como si yo fuese la víctima y él fuese el verdugo." Se introduce aquí una cuestión delicada: la relación de una mujer con su ex. Es notable la toma de posición decidida de la autora: rechaza asumir la posición "natural" de víctima (como suele hacer cierto feminismo débil), y la empuja a confrontarse con su responsabilidad.

4 "Cuando mis sentimientos sean dañinos le diré a mi compañero de pareja qué es lo que estoy sintiendo antes que lloriquear o hacer muecas pretendiendo que no me preocupo o actuando como una niña pequeña." Esta proposición constituye un mixto entre la segunda y la tercera regla, y agrega el rechazo del comportamiento infantil del llanto, al que caracteriza como típica respuesta femenina.

5 "Cuando me vea llenando vacíos, áreas muertas en la relación, me detendré y me preguntaré si mi compañero de pareja me ha dado últimamente mucho a mí; si no lo ha hecho, le pediré lo que necesito, en lugar de hacer las cosas mejor yo." Esta regla busca, nuevamente, apelar a la razón femenina para localizar esta vez lo que el partenaire no da y exigírselo, si correspondiere. Esta norma parece recusar la salida femenina del reemplazo del hombre por ella misma, es decir, parece contrariar el recurso de las "nuevas patronas" (ver más abajo).

6 "Cuando me veo a mí misma dando un consejo que no se me ha pedido o tratando a mi compañero como a un niño, dejaré de hacerlo; tomaré aliento y permitiré que se dé cuenta de qué está fuera de su alcance, a no ser que me pida ayuda." Esta última norma comenta un uso habitual del partenaire masculino en el lazo erótico, frecuente causa de estragos (pero, es preciso agregar, no menos causa de matrimonios): aconseja a cada mujer dejar de situarse como madre cuando el hombre se sitúa como niño.

Cada una de estas normas advierte a las mujeres de algunos de sus síntomas más frecuentes; cada una de ellas gira en torno de la ocasión propicia para responder al partenaire. Pero aquí encontramos la primera dificultad, porque, como se sabe, a la ocasión no sólo la pintan calva sino, también, mujer; y ya que –curiosamente– estas normas no dicen nada acerca de cómo arreglárselas con la otra mujer. Es bien sabido que, cuando una mujer depende de otra para cierto fin, suele haber problemas: Jacques Lacan habló del "estrago" materno para situar la densidad emocional que caracteriza a la relación madre-hija, la que contaminará los futuros encuentros de la hija-mujer con las otras mujeres.

Otra dificultad es que estas reglas son racionales, atinadas, pero –en el mismo punto en el que fracasa todo manual de autoayuda– también suelen ser inservibles. Más allá de esto, en estas normas una mujer toma partido y advierte a otras mujeres, posmodernas, acerca del riesgo de caer en la victimización o en la identificación con la madre, características referibles a la mujer moderna: pasiva y melindrosa, o activa sólo en su función maternal (sobre hijo o marido, da igual).

La patrona
La búsqueda principal para una mujer, en sus encuentros con los hombres –más allá de la satisfacción en sus encuentros sexuales y en la maternidad– la constituye el lograr ser amada por un hombre, llegar a capturar a uno que la ame especialmente a ella, encontrarse con aquel que la distinga con su deseo como una, singular, entre todas las otras mujeres. Cabe observar que, actualmente, este procedimiento suele ser realizado por ellas a repetición, es decir, que el cumplimiento de este rasgo requiere una búsqueda realizada con sucesivos hombres y cuyas condiciones de éxito sólo pueden ser analizadas en cada mujer, singularmente.

Para los hombres, en cambio, la bipartición entre el amor y el goce parece haberlos empujado a una suerte de "infidelidad estructural". Se constituye entonces el problema masculino en estos términos: cómo podría arreglárselas un hombre con una sola mujer, cómo elegir a una y situarla en el lugar de causa de su deseo. Algunos hombres, a los que podríamos denominar neuróticos "tradicionales", suelen llamar a sus esposas "la patrona". La patrona, designación con la que denuncian su elección conforme al tipo de la mujer-madre, organiza sus vidas. Si bien algunos de estos hombres pueden conservar el rasgo de infidelidad "social" y gozar con otras mujeres –sea con amantes ocasionales o estables, o por renta part-time de servicios sexuales–, ¿qué sucede sexualmente con la patrona?

No podría decirse –al menos no en muchos casos– que esos hombres no quieran a su patrona, mujer única para ellos; pero, ¿cómo gozar de la patrona en la cama? Ya que se sabe, desde Freud, que para gozar de una mujer en el acto sexual un hombre debe faltarle el respeto. Esto se refiere a la idealización de una mujer: si una mujer está "allí arriba", no puede compartir el lecho "aquí abajo". Imaginemos a un hombre –estoy pensando en una dificultad narrada por un sujeto obsesivo– que, en el preciso momento de penetrar a su esposa, se encontró viendo a la madre... de sus hijos. ¿Cómo podría poseerla "de verdad", si su libido se halla adherida al objeto incestuoso y toda su vida ha girado en torno de su dedicación a esa madre, mientras secretamente se consagraba –aunque no menos en la actualidad– a ejercicios masturbatorios?

Y ahora desde la perspectiva de "la patrona", ¿qué sucede cuando ella se ubica complaciente y decididamente en su puesto de mando, aunque haga de ese lugar el último baluarte de una sempiterna queja? Una mujer, cuando se trata de obtener goce sexual en el encuentro con un hombre, deberá dejarse tomar como objeto causa de deseo, es decir, prestarse a ese goce que él obtiene con su fantasma, y por ese medio extraer ella Otro goce que excederá no solo a él, sino, y especialmente, a ella misma. La patrona de la que hablamos no parece estar dispuesta a esos deslices libidinales, ya que su satisfacción está puesta en otro lugar: "fabricar a su hombre" (ver más abajo), llámese "maternidad".

Nueva patrona
Las mujeres de hoy ya no necesitan el palo de amasar de la patrona-ama-de-casa como emblema del poder fálico (y quizá tampoco requieran tanto como antes de sus hijos, al menos no de los hijos concebidos con sus maridos). Con las transformaciones del mercado capitalista se ha modificado el equilibrio de fuerzas entre hombres y mujeres. La justa apropiación por parte de las mujeres de sectores ligados tradicionalmente con la esfera pública ha introducido cuantiosos matices en la guerra entre los sexos. Un nuevo tipo femenino no oculta su predilección por el sexo ocasional. Decididas en el encuentro sexual, suelen quejarse de que los hombres se intimidan cuando ellas los encaran dejando ver las llaves de su departamento o de su auto. Ese gesto puede constituir una mostración de la impotencia masculina ("Ahora yo lo tengo y vos no") y resultar para un hombre un castigo aún más doloroso que el inocente palo de amasar de antaño. Venganza femenina/humillación masculina. Sin embargo, un hombre, confrontado con ese señuelo, no tendría por qué sentirse intimidado: sólo la magnitud de su indexación fálica habrá determinado esa respuesta. Una mujer en el diván, enojada consigo misma, se quejaba por cómo había tratado a un hombre que la atraía especialmente. Luego del momento inicial de mutua seducción, y ya en el umbral de un encuentro sexual, ella le preguntó si había traído preservativos. A su respuesta "Traje algunos, ¿y vos?", ella no tuvo mejor idea que decirle: "¡Bueno, bueno, cuánta fe que nos tenemos!". La respuesta de él no se hizo esperar: impotencia sexual.

Del lado de estas mujeres se ha producido una inversión dialéctica en su posición discursiva: han dejado de sentirse "mujeres-objeto" para procurarse "hombres-objeto". Como otra de ellas me enfatizaba en una entrevista: "Yo, como muchas de mis amigas, no estamos dispuestas a tener un hombre al lado durante mucho tiempo. Al tiempo se vuelven insoportables y hay que pedirles que se vayan".

En una primera entrevista, otra mujer –ejecutiva, famosa, reconocida socialmente– hablaba de los hombres igual que ciertos hombres hablan de las mujeres. Un rasgo de su padre, que comentó al pasar, era la sustancia identificatoria de la que se alimentaba: ella era en el mundo de los negocios –éstas fueron sus palabras– "un hombre más", y obtenía su éxito empresarial en el mismo rubro en el que su padre había fracasado. Efectivamente se había transformado en un hombre más, y no le hizo falta ninguna prótesis peneana para serlo; tampoco era homosexual; era una mujer perfectamente neurótica.

Este tipo de mujeres hacen el hombre a su manera: no son las que tienen (ni quieren) un marido a quien hacer existir como el hombre que ellas pretenderían ser; ellas no moldean a "su" hombre a su imagen y semejanza. Para ellas el reemplazo es directo y sin mediación: son ellas quienes lo borran del mapa y se colocan en su lugar. Este tipo de mujer "posmoderna" constituye un envés de aquella otra, "moderna", que, encerrada en su familia, se había dedicado a fabricar a su hombre: vistiéndolo, mandándolo al trabajo (y a la vida), con una caricatura de docilidad que la encuentra pasiva, callada y siempre plegada al deseo masculino.

De esta nueva posición, el testimonio light lo constituyen los clubes de mujeres solas –o casadas pero reunidas solas para la ocasión– presenciando stripteases masculinos, ululando con cada trozo de los cuerpos exhibidos y peleándose ritualmente, de un modo fetichista, para conseguir el slip ofrecido. Esta práctica se ha transformado en un hábito aceptado socialmente; a veces, aunque no siempre, con el único requisito de que las mujeres casadas vuelvan después a sus casas.

Se deduce que la división amor-goce pareciera ya no funcionar exclusivamente del lado de los hombres, a partir de que el simulacro fálico ha tomado legitimidad jurídico-social para las mujeres. Pero quedan aún por determinar las variaciones singulares que se producen, no sólo en la esfera pública, a partir del justo reconocimiento de la paridad legal entre ambos sexos, sino especialmente en el campo del goce sexual, ya que en éste no existe la justicia distributiva.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Cuadernos del Espectáculo Nro. 10

Por Carlos Abeijón (in situ desde el Hilton en la entrega de los Martín Fierro –y además tiene tiempo de ver todo lo que escribe o nos engaña y tiene gente que trabaja a su nombre!!!-. Investigaremos. Mientras tanto disfrute de sus comentarios exclusivos para este medio)



Con grandes expectativas y en medio de las polémicas que despierta todos los años la fiesta más importante del espectáculo vernáculo, se llevó a cabo la 41* entrega de los premios Martín Fierro a la producción 2010 de televisión y radio. La ceremonia, con transmisión impecable desde las suntuosas instalaciones del hotel Hilton, fue emitida en alta definición a todo el país por Canal 13. Con la errática conducción de los tan entusiastas como desentonados Natalia Oreiro y Mike Amigorena (sin química entre ellos, poco graciosos y muy poco preparados para tamaña responsabilidad), la fiesta avanzó con todas las grandes figuras presentes, rica comida para los invitados, mucha emoción en los recordatorios (el homenaje a Carlos Balá muy merecido) y los figurones de siempre paseándose por las mesas para robar cámara. Canal trece se llevó 19 premios y PARA VESTIR SANTOS, su mejor programa, se alzó con 9 estatuillas, incluido el Martín Fierro de Oro. Muy merecido el premio a la mejor actuación que recibieron Gabriela Toscano, Rodrigo de la Serna (un actor que sigue deslumbrando con su ductilidad), Raúl Taibo y la gran Selva Alemán (al fin un reconocimiento para esta actriz formidable). El público premió con el Platino al rey del estilo y la banalidad, Marcelo Tinelli. Bueno, este país da para todo, qué vamos a hacer. Para recordar la cara triste y la expresión de odio de la Señora, cuando se enteró que no ganó nada. Dios es justo



Las series se estrenan en el cable con un ritmo vertiginoso y muchos productos son de gran calidad. Moviecity está presentando en alta definición la precuela de la impactante SPARTACUS, que desde el año pasado sigue conquistando adeptos en todo el mundo. Centrada en plena decadencia del Imperio Romano, dejó en suspenso la continuidad de la historia y el destino del héroe para presentar LOS DIOSES DE LA ARENA, el comienzo del mito. La ferocidad de las luchas de los gladiadores en el circo y las intrigas palaciegas son mostradas con una crudeza impensada para este tipo de propuestas. La estética con profusión de mutilaciones, sangre a granel, deslumbrantes cuerpos desnudos de hombres y mujeres, orgías para todos los gustos y escenas sexuales al mejor estilo porno soft, sorprende por su artificioso despliegue visual. La reconstrucción de época es precisa y el vestuario de gran vuelo. A pesar de su afán efectista y el ojo puesto en el rating, se sigue con interés por las buenas actuaciones, los diálogos afilados y los cuerpos lustrosos de los gladiadores sacándose chispa en la arena (fruto de largas horas de gimnasio e ingesta de químicos varios. Un plato suculento para gays desaforados y señoras hambrientas de cariño. Bon apetit.



Después de la desprejuiciada versión de la ópera CARMEN, de Bizet, gracias al talento de Marcelo Lombardero (al fin una cigarrera de desbordante sensualidad), Buenos Aire Lírica continúa su apuesta a realizaciones escénicas de vanguardia y al aporte de técnicos y artistas nacionales en la flamante presentación de la poco transitada ópera de Carl María Von Weber, DER FREISCHÛTZ (EL CAZADOR FURTIVO). Resultó auspicioso el rescate de este brillante exponente de la ópera romántica alemana, cuya composición histórica nos remonta a mediados del siglo diecisiete. Con toques fantásticos, esta desesperada historia de amor avanza fácilmente sin los enredados conflictos temáticos tan afines al género. A partir de la bella obertura, la musicalidad afiatada de Weber alcanza su plenitud al final del segundo acto y en el prolongado final. Para disfrutar, la esplendorosa voz de la joven y promisoria soprano Carla Filipcic Holm, en el rol de la atribulada Agathe y la potente afinidad canora del Caspar de Hernàn Iturralde. Discretas la escenografía de Marìa Josè Besozzi y la iluminación de Alejandro Le Roux. El vestuario de Lucìa Marmorek cumple con sus funciones sin demasiado brillo. Y por ser su debut en la regié, Mercedes Marmorek se muestra bastante prolija. Escuchar el canto en idioma alemán nos aparta, con gusto, de los sonidos tradicionales de otros lenguajes operísticos, esta vez en el petit Colón, el teatro Avenida, of course.

lunes, 23 de mayo de 2011

Esta semana en el Teatro Colón



Esta semana en el Teatro Colón
23 al 30 de Mayo


Jueves 26 de mayo. 20:30 horas. Orquesta Filarmónica
de Buenos Aires.
Tercer concierto del ciclo 2011, con la dirección del maestro Arturo Diemecke y la participación del marimbista mexicano Saúl Medina como solista. Integran el programa el Concierto Otoñal para Marimba y Orquesta, de Arturo Diemecke, en carácter de primera audición en Latinoamérica, y la Sinfonía Nº 1 de Gustav Mahler . Localidades desde $10.


Viernes 27 de mayo. 20:30 horas. Estreno de El Sirviente, primer trabajo de Eugenio Zanetti en el Teatro Colón.
La ópera de cámara en un acto, con la dirección de orquesta del maestro Rodolfo Fisher, se desarrollará entre el Foyer y el Salón Dorado. El público seguirá la trama acompañando a los cantantes por los diversos espacios propuestos en esta atrapante e inusual puesta. Esta semana, El Sirviente repite el 28 de mayo a las 20:30 y el 29 de mayo a las 17:00 horas. Localidades, $60.


Continúan las visitas guiadas.
Todos los días (inclusive los feriados), desde las 09:00 horas hasta las 15:45 (horario en el que sale el último grupo). Hay visitas cada 15 minutos. El valor del bono contribución es de $20 para argentinos y $60 para extranjeros. Para más información llamar al 4378-7127/8 o escribir a visitasguiadas@teatrocolon.org.ar.



Las localidades pueden ser adquiridas en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171 o ingresando a www.teatrocolon.org.ar.
Para más información, comunicarse con el 4378-7109 o ingresar a www.teatrocolon.org.ar

domingo, 22 de mayo de 2011

El Sirviente, en la Temporada 2011 del CETC




Ópera de Cámara en un acto y nueve escenas basada en
la novela “The Servant” de Robin Maugham


El próximo viernes 27 de mayo a las 20.30hs, de la mano del aclamado régie, escenógrafo y vestuarista argentino Eugenio Zanetti, se estrena El Sirviente en el Centro de Experimentación del Teatro Colón.

La obra, que cuenta con la dirección de orquesta del maestro Rodolfo Fisher, se desarrollará entre el Foyer y el Salón Dorado del Teatro. El público seguirá la trama acompañando a los cantantes por los diversos espacios propuestos en esta atrapante e inusual puesta.

El ciclo de El Sirviente, que se llevará a cabo el sábado 28 a las 20.30hs, el domingo 29 a las 17hs y el martes 31 de mayo a las 20.30 horas, es el primer trabajo de Eugenio Zanetti en el Teatro Colón.

El Sirviente cuenta la vida de Tony Williams, en la ciudad de Londres a principios del siglo XX. Tony es un acaudalado e indeciso heredero, a quién su cómoda situación económica pareciera haberle ocasionado un manifiesto sopor espiritual. La inercia del protagonista y la relación con su novia Sally se verán profundamente afectadas con la llegada de Barret, un misterioso mayordomo cuya insidiosa presencia precipitará toda clase de sucesos que terminaran degradando y modificando el destino de Tony.

La pieza magistral de Robin Maugham, que cuenta con la exquisita textura musical de Marco Tutino, nos describe una tangible enseñanza sobre la forma en que el ser humano se abandona frente al vicio de la comodidad.

La capacidad máxima por función, en esta oportunidad, será de 100 espectadores.

Las localidades para el público general estarán a la venta a partir del próximo martes 24 de mayo en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171 de lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas y domingo de 10:00 a 17:00 horas. O por internet ingresando a: www.teatrocolon.org.ar



El Sirviente / The Servant

Ópera de Cámara en un acto basada en la novela de Robin Maugham
Libreto y música de Marco Tutino

Dirección Musical
Rodolfo Fischer

Dirección Escénica, Escenografía y Vestuario
Eugenio Zanetti

Cantantes - Reparto
Mónica Sardi
Carlos Ullán
Natacha Tupín
Leonardo Estevez

EUGENIO ZANETTI
Bio

Es un artista con una destacada carrera internacional como Director, escenógrafo, pintor y autor.
Numerosas puestas en escena, escenografía y vestuario en más de cuarenta producciones teatrales en nuestro país y el extranjero y una labor brillante en más de treinta films, atestiguan de una labor notable en colaboración con personalidades como Pier Paolo Pasolini, Roland Joffe, John MacTiernan, etc.
Apreciado por su labor en el escenario, Zanetti es también un notable pintor con exitosas exposiciones en el pais y el extranjero.
Por más de cuarenta años, en tres continentes, Zanetti ha realizado una labor u
única, vastamente apreciada, como lo atestiguan los numerosos premios, entre otros el Oscar de la Academia de Hollywood y dos nominaciones al mismo premio, el Premio de los Directores de Arte de EEUU y el Drama Desk Award.
En nuestro país, ha recibido los premios Trinidad Guevara, Maria Guerrero, el premio Homenaje en el Festival de Mar Del Plata, el Condor de Plata a la Trayectoria, y varios premios Talia, Estrella de Mar, etc. Es también ciudadano honorario de la ciudad de Córdoba.
“The Servant” es su primera colaboración con el Teatro Colón.




Para más información, comunicarse con prensa@teatrocolon.org.ar o al 43787138.

sábado, 21 de mayo de 2011

Cuadernos del espectáculo Nro. 9/Cine

Cuadernos del espectáculo Nro. 9/Cine
Por Carlos Abeijón
Exclusivo para Radio Capital del Sur



Para los que creían que narrar con pureza en imágenes y llegar a la esencia del cine ya era un imposible en estos tiempos de tanto chiche digital y después de la ausencia de grandes creadores, como Robert Bresson, Pier Paolo Pasolini, Ermanno Olmi o Pupi Avati, la llegada a nuestras carteleras de una gema como LE QUATTRO VOLTE resulta una epifanía. El film, con guión y dirección de Michelangelo Frammartino, coproducción entre Italia, Suiza y Alemania, es de una rigurosidad pasmosa y requiere un gran esfuerzo de atención por parte del espectador. Sin actores, sin diálogos y sin música, se propone (y lo logra con creces) alcanzar una profunda y poética meditación sobre los ciclos de la vida, enfocando el devenir cotidiano de un remoto y arcaico pueblito de la Calabria. El hombre en maravilloso contacto con la naturaleza, el cíclico curso de las estaciones, la contraposición natural entre la vida y la muerte, todo expresado con belleza visual y coherencia narrativa. Los protagonistas son un viejo, una cabra, un perro y un árbol y todo fluye con una energía emocional impactante, con leves notas de humor y toques de ironía. Para no perdérsela.



Y para los menos pretenciosos, siempre hay lugar para las nuevas aventuras que propone la cuarta entrega de una saga exitosa: PIRATAS DEL CARIBE: NAVEGANDO AGUAS MISTERIOSAS.
El guión lleva a los personajes, sin demasiado vuelo, por mundos artificiales y lo resuelve con atractivos recursos técnicos de última generación. El siempre disfrutable Johnny Depp se divierte y divierte a la audiencia y la ascendente Penélope Cruz sólo aporta belleza y hieratismo. El gran Geoffrey Rush saca mucho provecho de su desmesurado corsario. Y, para terminar con este escaso jueves de cine, ya que por lo general hay títulos a granel, siempre recomendamos las funciones de Cine Club Núcleo, los martes y algunos domingos en el cine Gaumont y los lunes en el Cosmos. Una prestigiosa entidad que, increíblemente, ya va por su temporada número 58 y que aglutina, con una modesta cuota social, a los amantes del séptimo arte que no se quieren perder los grandes clásicos y atractivos pre-estrenos.
CA.

viernes, 20 de mayo de 2011

Cuadernos del espectáculo Nro. 8

Cuadernos del espectáculo Nro. 8
Edición Especial
Por Carlos Abeijón (más afilado que nunca)/ Periodista de APTRA y ACE
Exclusivo para Radio Capital del Sur






El teatro más moderno (lejos de la profundidad temática y estilística de piezas como AGOSTO, VARIACIONES ENIGMATICAS o LA NOCHE DESPUES DE LOS BOSQUES, por citar algunas de las más destacadas)se pierde en juegos escénicos a veces ingeniosos y otras veces vacuos, Yasmina Reza, por ejemplo, es muy hábil para llevar situaciones cotidianas al límite y conseguir que sus criaturas muestren los más epidérmico de sus vidas y todos felices. Aquí, vimos, entre otras: ART, CONVERSACIONES DESPUES DE UN ENTIERRO y UN DIOS SALVAJE. Ahora le toca el turno a la dramaturga norteamericana Annie Baker, quien en la divertida y catártica ESPEJOS CIRCULARES (muy disfrutable para gente de teatro) propone ejercicios de dramatización para mostrar el rol terapéutico de las artes. El resultado es tan desopilante como patético y provoca extrañeza en el público poco familiarizado con este tipo de propuestas. Por suerte el texto cayó en manos del inteligente dramaturgo y director Javier Daulte, quien le da un ritmo sostenido a la obra y consigue labores óptimas de todo el elenco, en el que brilla y, por suerte, vuelve a ser recuperada para el teatro la talentosa Soledad Silveyra. Y los que quieren otras propuestas pueden optar por la extraña y vibrante versión de HAMLET de Carlos Rivas, con una intensa Gabriela Toscano en el rol principal y seguir en el off para deleitarse con una actriz renacentista, la versátil Lidia Catalano en su homenaje a Lorca: TIERRA Y LUNA. POETA EN NUEVA YORK. Los menos pretenciosos pueden ver una comedia ligera como CUANDO HARRY CONOCIO A SALLY, con un siempre excelente Raúl Taibo una cada vez más tonta y desangelada Araceli González (¡a estudiar teatro chica, que te hace mucha falta!) o ver el esforzado trabajo de Bettiana Blum en el unipersonal MAS LIVIANO QUE EL AIRE. Y para terminar, no se justifica el estreno de LA FAMILIA ARGENTINA, de uno de los más talentosos maestros de teatro viviente, Alberto Ure. A pesar de la correcta dirección de Cristina Banegas y el buen trabajo de Luis Machìn, la pieza, muy de los `80, no es más que un borrador de las temibles obsesiones del teatrista.



Con más ruido que nueces, la televisión vernácula de aire lanzó su temporada fuerte. Es una semana que se las trae, ya que el domingo 22 Canal 13 transmite la tan esperada entrega de los premios Martín Fierro. A pesar de ser los trofeos más criticados y codiciados del espectáculo, todos quieren participar del evento. Veremos si esta vez APTRA logra conformar a tirios y troyanos. Pero, volviendo a la renovación de la tele (¿renovación o más de lo mismo?) y dejando de lado lo más execrable que supimos conseguir (Tinelli, Gran Hermano y Jorge Rial y sus secuaces) siempre hay algo bueno para rescatar:la Televisión Pública ofrece dos buenos unitarios, CIEGA A CITAS y CONTRA LAS CUERDAS, un buen programa para cinéfilos y espectadores inquietos a la medianoche, FILMOTECA, y un envío humorístico interesante, pero que aún no halló el camino, SEÑOR Y SEÑORA CAMAS. Por otra parte, Adrián Suar, siempre con un ojo puesto en el rating y el otro en la calidad sorprende con una propuesta de fuerte actualidad, EL PUNTERO, excelente en libro, locaciones y nivel actoral(con un cuarteto soberbio: Julio Chàvez-de vuelta a la cordura después de su traspié canoro en SWEENY TODD- Gabriela Toscano, Luis Luque y Rodrigo de la Serna).Y sigue ofreciendo productos previsibles como LOS UNICOS y HEREDEROS DE UNA VENGANZA. Y claro, Marcelo Tinelli rompió con todo a nivel audiencia y ya se viene su desfile de freaks, su humor chabacano, sus jurados nefastos y su incidencia negativa en todos los ámbitos de la cultura. También Telefé apostó fuerte con el retorno de la reina del despiste y del fotoshop (¿qué pasará por su adinerada cabecita cuando se levanta a la mañana y ve su imagen en el espejo más allá de la que le devuelven los medios?), Susana Giménez, siempre fiel a sus estilo y a un programa sin mayores novedades, con un infantil reportaje a una tontísima Xuxa y un Dady Brieva para el cachetazo. Mientras el 9 no existe, América se desmelena por volver a tener a la Señora, quien parece no reponerse de los escándalos familiares. Cari amici, es lo que hay y si no los más exigentes pueden correrse al cable y deleitarse con las clásicos de estreno de Citystars o las primicias fílmicas de todo el mundo de Moviecity o Max.





Por una cuestión de edad y de tradición familiar, no pude apreciar las glorias de la revista porteña en los `40 y los `50 años, según dicen de esplendor de capo cómicos de la talla de Pepe Arias, Alfredo Barbieri, Don Pelele, Adolfo Stray y José Marrone, por citar a algunos, y de vedettes del fulgor de una Nélida Roca o Alicia Márquez hasta llegar a la más completa que fue Nélida Lobato. ¿Ocurrió de verdad o fue algo idealizado? ¿Dónde se fue tanto brillo? Por lo que se puede ver en este momento en Buenos Aires, si es que alguna vez el género fue atractivo, en este momento se fue al demonio. Basta con ir a ver LA REVISTA DE BUENOS AIRES, donde el único que se salva, por sus cualidades vocales es Raúl Lavié. El resto es silencio. Como una caricatura de sí misma, Moria Casán es un mascarón de proa rumbo al infinito. Y dan lástima Miguel Angel Rodríguez, Chiqui Abecasis y la inepta María Eugenia Ritó. Tampoco se salvan la inabarcable (inenarrable es Moria) Carmen Barbieri y el vetusto Santiago Bal al frente de la homofóbica y denigratoria del espacio femenino BRAVISIMA. Encima, hay que bancarse las boberías de Matías Alé y la debilidad mental de Belén Francese. Sin palabras. Y como si todo esto fuera poco, tenemos VOTE MAIPO KABARET, donde salvo el cantante Alberto Bianco y Marcelo y Cirilo (un ventrílocuo y su muñeco para disfrutar)nada es rescatable, con una Gladys Florimonte reiterativa y grosera y un Carlos Peciavalle en plena decadencia. Y menos mal que la inenarrable del touch and go reemplazó al impresentable Marcelo Polino. Cartòn lleno



Ya que soñar no cuesta nada(como dirían las mellizas Legrand, cuando protagonizaron el film de ese título en 1941), yo como psicoanalista y crítico de espectáculos siempre fui un gran admirador de la dramaturgia de Tennessee Williams y en el año del centenario de su nacimiento, con homenajes en todo el mundo (menos aquí, donde la puesta de UN TRANVIA LLAMADO DESEO es lamentable),puedo delirarme un poco. Divago con el TRANVIA (nunca se vio una versión lograda aquí, salvo, según dicen, la de los años cincuenta con Mecha Ortiz, Carlos Cores y Aída Luz), con dirección de Agustín Alezzo y, en el elenco Beatriz Spelzini, Rafael Ferro, Silvina Bosco y Luis Luque (en los roles que ya todos adivinan).UNA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC CALIENTE (inolvidable versión cinematográfica con Liz Taylor y Paul Newman, dirigidos por Richard Brooks, a fines de los `50),con puesta de Oscar Barney Finn (que hizo un muy buen trabajo hace unos años, en el off)y elenco encabezado por Paola Krum y Pablo Echàrri. Y,f inalmente, DULCE PAJARO DE JUVENTUD, dirigida por PABLO TOLCACHIR y con Selva Alemán y Facundo Arana al frente del elenco. Demasiado...¿no? Mientras existan productores como Daniel Grinbak y directores como Daniel Veronese, primará la banalidad y el error de casting. Una lastima, pero se puede seguir soñando, como lo hacía Borges.




Un fiasco más en la cartelera teatral porteña. Y ya van...Si bien las comparaciones son siempre odiosas, no se puede dejar de mencionar a potente vivisección de la pareja y sus pulsiones destructivas que encaró el talentoso Danny DeVito, en 1989, en el film LA GUERRA DE LOS ROSES, con dos protagonistas de lujo: Michael Douglas y Kathleen Turner. Esto tiene que ver con el reciente estreno de la versión teatral de Warren Adler, donde nada funciona bien: la adaptación es pobre y chabacana, la dirección del mediocre Marcos Carnevale (que ya la había pifiado en la anterior EL AÑO QUE VIENE A LA MISMA HORA) no supera el sketch televisivo, con separadores de escena a telón negro, que cortan el clima y un uso del espacio escénico de una chatura pasmosa. Ni que hablar de la falta de química y el griterío del que hacen gala la súper inflada Carla Peterson (que en televisión puede funcionar, pero en el teatro le hace falta comer mucha sopa) y el limitado Adrián Suar, lleno de tics y de guiños al público. Falta ritmo de comedia brillante, la historia no tiene crescendo y todo es tan plano que uno está esperando que finalice cuanto antes. En fin, tanto bombo para nada. Pero no todo esta perdido en materia escénica, ya que todavía se pueden disfrutar 39 ESCALONES, con ritmo frenético y buenas actuaciones; BARAKA, muy bien dirigida por Javier Daulte y un elenco de actores formidables; ¡MAS RESPETO QUE SOY TU MADRE!, donde el genio desbordante de Antonio Gasalla no da respiro y la muy modesta incursión en la maternidad, pero llena de aciertos en el libro y en el nivel actoral, que propone POSTPARTO, con mucha entrega de Silvina Bosco, Laura Azcurra y Victoria Onetto (si no estuviera todo el tiempo en plan sexy podría dar mucho más como actriz. Y siempre en el off hay sorpresas. No dejar de ver PEZONES MARIPOSA Y LAS JULIETAS. Por su parte, los fanáticos de DRACULA (lo mejorcito que le salió a la dupla CIBRIAN MAHLER) pueden ir corriendo a festejar los veinte años del repetido musical.



Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo...¿viste? Salgo de casa, tomo por Avenida Córdoba, cruzo la 9 de Julio y camino por Marcelo T.de Alvear, cuando de repente estoy en la entrada del Teatro del Globo(donde están dando una cuidada versión de la obra CODIGO DE FAMILIA)y me encuentro con un sótano que da a la calle. Si entramos nos encontramos con algo parecido a una cave del Montmatre parisino y en una de sus mesas pareciera que están Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir escuchando jazz y, de pronto, los deslumbra la sensual voz de Juliette Greco, allá por los años cuarenta o cincuenta, en pleno existencialismo francés. Pero, volvamos a la realidad. Nos encontramos en LA BIBLIOTECA CAFE, uno de los reductos artísticos más cálidos y atractivos del centro. Regenteado por la multifacética actriz y cantante Edith Margulis (creadora de espectáculos deliciosos como LA CENA DE LEONARDO DA VINCI, inventora de platos deliciosos y anfitriona encantadora, entre otras cosas sorprendentes), el lugar ofrece recitales y unipersonales de los más prestigiosos artistas (Marikena Monti, Marìa Volontè, Lidia Borda, Horacio Molina, Brian Chanboulerion, entre otros), comida exquisita y precios razonables.
Imperdible

Las tiras televisivas siguen desarrollando sus historias sin demasiadas sorpresas. El canal 13 sigue con el ritmo juguetón de temas bastante tontos, con la activa participación de Mariano Martínez, Griselda Siciliani y Nicolás Cabré. Todo muy pueril y previsible en LOS UNICOS. La cosa se pone más espesa en los intrincados vericuetos esotéricos de HEREDEROS DE UNA VENGANZA, con un elenco de secundarios siempre destacado y un tronco al frente del elenco. Luciano Castro, of course. Si pasamos a Telefé, nos encontramos con un producto más redondo, EL ELEGIDO, con trama, locaciones y elenco de excelencia. Pablo Echárri (buen actor de cine, galàn en la tele)tiene muy buena química con la bella Paola Krum. Pero, la que está insoportable es la sobrevalorada Leticia Brédice (altri tempi pintaba como una actriz de fuste), quien, en lugar de componer a una lunática, sólo se limita a mirarse en el espejo de su propio desquicio. Basta por hoy, por favor...