viernes, 19 de agosto de 2011

Cuadernos del Espectáculo Nro. 24

Cuadernos del Espectáculo Nro. 24
Por Carlos Abeijón
Exclusivo para Radio Capital del Sur
(…y en este fin de semana largo en esta fría capital de Argentina)

En la misma sala del Teatro Nacional Cervantes, con igual concepción escénica, tomando nuevamente un texto de Mario Diament que recorre las turbulentas vidas de intelectuales famosos (antes fue UN INFORME SOBRE LA BANALIDAD DEL AMOR), el veterano teatrista Manuel Iedvadni dirige, con distanciamiento emocional, POR AMOR A LOU. Esta vez, bucea en las atípicas vivencia de Lou Andreas-Salomé (1861-1937), escritora rusa, feminista, de ideas libertarias y musa inspiradora de grandes hombres de la cultura (Nietzsche, Rée, Rilke, Tausk, Freud, entre otros). Ya la talentosa realizadora Liliana Cavani había reflejado, con desmesura y barroquismo, en 1977, en MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL, la intensa ménage a trois entre Lou, Nitzsche y Paul Rée. Aquí, Diament va un poco más allá en el caprichoso juego de vínculos amorosos de la enigmática y narcisista dama. El texto se sigue con interés y el elenco de apoyo es sólido. Donde la propuesta falla es en la elección de la actriz protagónica, que hace pensar en la sutileza con que Dominique Sanda encarnó a la heroína en el film de Cavani. Bella y fría, María Socas no da el temperamento apasionado de Lou y resuelve con arrebatos histéricos los momentos de exaltación de tan rico personaje. Por otra parte, hay que destacar el buen criterio logrado en luces, sonido, escenografía y vestuario. Para un público selecto.

La prolífica Valeria Ambrosio suele presentar pequeños musicales (el anterior fue la encantadora LAS MUJERES DE FELLINI) utilizando inteligentes recursos escénicos. La idea de meterse, con humor, en el mundo kitsch de las telenovelas y satirizar a la familia tipo argentina, teniendo como irónico telón de fondo a los temas famosos de las tiras, resultaba tan prometedora como atractiva. Sin embargo, en UN AMOR DE NOVELA. ROLANDO y ANTONELLA, la hábil teatrista no logra los resultados esperados. Primero porque el texto, de su autoría, luce desprolijo y poco elaborado y, segundo, porque no hay química entre los protagonistas. Frente a la estampa varonil, la simpatía y la bien timbrada voz de Juan Darthés se opone la falta de gracia, de ritmo, de carisma y las escasas cualidades vocales de la inflada Claribel Medina. Lo que se dice una pareja despareja. Al lado de ellos, se lucen, con brío y juventud, Elis Garcia y Esteban Masturini. Los demás rubros, nada más que correctos. Para nostálgicos sin demasiadas pretensiones.

A propósito del estreno de FILOSOFIA DE VIDA, del mexicano Juan Villoro, el programa de mano del Teatro Metropolitan 2 reza: ¡El acontecimiento teatral del año!. Y esta vez la promoción no vende nada falso. Porque estamos frente a una clase magistral de teatro, desde el texto, la dirección y un dream team actoral como hace tiempo no se puede disfrutar en un escenario en Buenos Aires .El autor realiza una confrontación dramática apasionante entre dos profesionales de la razón, cuyo vínculo fue deteriorado por los celos, la envidia y la competencia. En el medio una mujer brillante que marcó la vida de ambos. Al final, una lúcida lección de vida, pondrá al amor, más allá de los mecanismos racionales, en el lugar que merece. Un texto rico en significados, que se podría haber perdido en lo discursivo y en la escasa acción dramática y que, sin embargo, seduce y divierte con diálogos inteligentes y reflexiones que dejan pensando al espectador, aún al que piensa que la filosofía es un saber aburrido. El humor, muy bien administrado, no decae ni aún en las situaciones más tensas. Y semejante material no podía caer en mejores manos que en las del prolífico (BARAKA, ESPEJOS CIRCULARES, LLUVIA CONSTANTE y PROYECTO VESTUARIOS, al hilo) y astuto teatrista Javier Daulte, que maneja la puesta con un mecanismo de relojería y obtiene un rendimiento óptimo de los actores. Alfredo Alcón vuelve a conmover con su arte (más allá de la caída de LOS REYES DE LA RISA y superando las cimas de REY LEAR). Son infinitos los matices y la gracias con los que compone a su criatura. Su potente y modulada voz estremece en los confines del arte escénico. A su lado, el esperado regreso de Rodolfo Bebán vuelve a dar muestras de su aplomo y de su buen ritmo para el teatro. Claro que la conjunción de talentos no se sostendría sin el soberbio pendant que logra la avasallante presencia de la maravillosa Claudia Lapacó. Pero semejantes monstruos no logran empalidecer el correcto desempeño de Marco Antonio Caponi y Alexia Moyano, que dinamizan la acción con su frescura. Escenografía, iluminación y vestuario están a la altura de las circunstancias y cierran dignamente una velada inolvidable. Teatro en serio, para no perdérselo.

Después de la frustración de no haber podido asistir a la Gala de Ballet en el Teatro Coliseo, con los mejores bailarines del mundo (parece que a los productores no les interesó hacer una función para prensa, ya que tuvieron un lleno total, haciendo estallar la taquilla), vale la pena acercarse al San Martin para disfrutar a pleno las grandes virtudes del Ballet Contemporáneo, cuyo director artístico, Mauricio Wainrot, no deja de sorprender con sus propuestas. Esta vez, se puede disfrutar plenamente de su versión de UN TRANVIA LLAMADO DESEO, la espléndida pieza de Tennessee Williams, que, curiosamente en otro espacio escénico recobra la dimensión trágica que no supo captar el inepto Daniel Veronese en la malhadada puesta que se puede ver en el Teatro Apolo. Wainrot, con bellas idea coreográficas deconstruye la historia y multiplica las imágenes de la atribulada Blanche DuBois para transmitir las más íntimas vivencias de su heroína, partiendo del final y siguiendo los acontecimientos de su vida a través de precisos flashbacks. El resultado potente, majestuoso, con un equipo de fabulosos bailarines resulta inmejorable. Además de la hermosa música de Béla Bartók, es necesario mencionar la inspirada escenografía y el logrado vestuario de Carlos Gallardo, un valioso artista plástico que combina distintas disciplinas artísticas. Imperdible.

El Teatro Colón renovó su cartelera operística, siguiendo con los excelentes resultados de esta temporada. En esta oportunidad, la emprendió con una ópera difícil y que nunca gozó de gran popularidad: PELLEAS ET MELISANDE. Apartándose de la tendencia verista de su época y abriendo el camino hacia el simbolismo y el impresionismo, provenientes de otras disciplinas artísticas, Claude Debussy concibe su única ópera conformando climas más que identificando personajes, donde el inconciente (influencia freudiana) maneja hilos invisibles a los cuales se accede a través de la introspección. Con un potente libreto, basado en el drama homónimo de Maurice Maeterlink (más que una épica sonora, pretende restituir el valor poético de la palabra, volver a valorar a la ópera como género "lírico"), donde están contenidos todos los elementos de melodrama-amor, celos, venganza, muerte-el compositor logra una brillante musicalidad, exenta de dúos y arias. En medio de una escenografía racionalista y de riesgo para los cantantes, que busca la abstracción para neutralizar las emociones, de Yannis Taboris, la directora de escena Olivia Fuchs consigue una puesta afiatada y original. Muy firme la batuta del director musical Emmanuel Villaume y espléndidas las voces de la soprano Anne Sophie Duprels, del barítono Markus Werba y del bajo Kurt Rydl. Muy recomendable.

El cine argentino tiene una fuerte presencia en la renovación de la cartelera de esta semana. En principio, las mujeres se siguen imponiendo con su sensible mirada a la realidad del país y a los sinsabores de su gente. Siguiendo los pasos de las talentosas Lucrecia Martel, Albertina Carri, Anahí Berneri, Lucía Puenzo y Ana Katz, entre otras, Victoria Galardi realiza su primer largo en solitario, CERRO BAYO, y confirma que sabe hacer un cine sin demasiadas pretensiones, pero de aguda penetración para tratar personajes y circunstancias. En forma coral, narra con precisión los avatares de una familia disfuncional, en ambiente pueblerino. En el elenco, se lucen Verónica Llinás, Nahuel Pérez Biscayart e Inés Efrón. Pasando a una propuesta más comercial, aunque con buenas intenciones, VIUDAS, enfrenta a dos mujeres -la mujer y la amante de un hombre que acaba de morir- en situaciones inesperadas, en clave de comedia dramática. El material no es malo, pero en manos de hábil y muy rutinario Marcos Carnevale (perteneciente a la factoría Suar, mediocre director escénico de LA GUERRA DE LOS ROSES y responsable de films convencionales con ESA MALDITA COSTILLA, NOCHE DE RONDA o TOCAR EL CIELO, aunque hizo mejor letra en ELSA y FRED y ANITA) no levanta vuelo más allá de lo previsible. Por suerte, en el elenco brilla la dúctil y sensible Graciela Borges, que logra opacar a la excelente Valeria Vertuccelli. Y hay dos valiosos documentales de tinte combativo y aleccionador: MOSCONI, donde Lorena Riposeti muestra la reacción del pueblo salteño ante la privatización petrolera de los 90, y CEREMONIAS DE BARRO, que muestra la lucha de los diaguitas calchaquíes, en Tucumán, para recuperar sus tierras, según la óptica de Nicolás Di Giusto. Y dejamos lo nuestro para saltar a EL PLANETA DE LOS SIMIOS, entretenida y nada más precuela de la saga, que Rupert Wyatt dirige con oficio, con el esforzado James Franco. Y, como si todo esto fuera poco, no podían faltar los COWBOYS Y ALIENS, caprichoso cruce de géneros entre el western y la ciencia ficción, con mucho chiche digital y con Daniel Craig y Harrison Ford tratando de ser creíbles. Después del sorpresivo voto del domingo, sepa el pueblo ver cine en el cine.