miércoles, 27 de julio de 2011

Cuadernos del Espectáculos Nro. 21

CUADERNOS DEL ESPECTACULO NRO. 21
Especial Vacaciones de Invierno en Argentina
Por Carlos Abeijón
Exclusivo para Radio Capital del Sur



Con flamante telón (bastante discreto) y después de haber presentado una prolija versión del ballet LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE, el Teatro Colón sigue con una temporada lírica de nivel. Acaba de ofrecer, con sorprendente equilibrio en todos los rubros, la ópera romántica de Giuseppe Verdi SIMON BOCCANEGRA, con libreto de Francesco Maria Piave y Giuseppe Montanelli, revisado por Arrigo Boito. Estrenada la versión definitiva en 1881, esta ópera mayor del creador de LA TRAVIATA, AIDA, RIGOLETTO y OTELLO nos conduce, con un libreto ejemplar y con su imponente musicalidad, a Génova y alrededores, a mediados del siglo XIV. Centrándose en la vida, pasión y muerte de Boccanegra, el apasionado corsario que llega a ser Dux de Génova, traza el febril derrotero de un héroe que lucha por el amor y por la unidad de Italia. De concentrada acción dramática y con un personaje de inmensa grandeza, este trabajo verdiano se impone por su partitura iluminada, una precisa marcación de caracteres y el exquisito lenguaje musical caro a uno de los más grandes compositores de todos los tiempos. Junto a la precisa dirección musical de Stefano Ranzani y Carlos Vieu, se destacan la detallista dirección de escena de José María Condemi, el funcional diseño de escenografía de Cameron Anderson, el precioso vestuario, jugado en brillantes tonos pastel, Producción Teatro Colón, con reposición de Eduardo Caldirola, y la creativa iluminación de Roberto Traferri. Y, en medio de un grupo vocal de primera línea, sobresalen Roberto Frontali, Angela Marambio, Gustavo López Manzitti y Konstantin Gorny. Un verdadero placer para los melómanos.

Si seguimos así, con honrosas excepciones, la temporada teatral porteña puede quedar como una de las más magras de los últimos años. A las desafortunadas puestas de TITA, UNA VIDA EN TIEMPO DE TANGO, UN TRANVIA LLAMADO DESEO, LAS ISLAS, OCHO MUJERES, EL AIRE DEL RIO y LOS HIJOS SE HAN DORMIDO, ahora se suma EL BURGUES GENTILHOMBRE, que el Complejo Teatral de Buenos Aires acaba de estrenar en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín. Molière fue un gran conocedor del teatro en todas sus facetas: como dramaturgo, empresario, actor o director. La principal maestría de su estilo, que se impuso en el teatro francés del siglo XVII, es su talento para manejar la caricatura y su ingenio para satirizar las costumbres de la sociedad de su tiempo. Para el la comedia, de neta raigambre popular, está hecha para explicar y hacer reír por sus contenidos y mensajes, tipificar personajes y finalmente llevar al espectador a la reflexión. ¿Dónde quedó todo eso en la superficial y aburrida versión de Willy Landin, director del Centro Experimental del Teatro Colón? Pulverizó caprichosamente la pieza e hizo desaparecer la riqueza del texto. Anteriormente, en el mismo teatro, ya nos había castigado con una versión banal de LAS MUJERES SABIAS. Si Landin no tuviera el loco berretín de lucir modernoso y de jugar caprichosamente con los anacronismos, sus espectáculos obtendrían mejores resultados. Sus atosigantes fruslerías y sus huecas experimentaciones (sólo supo transgredir con ingenio y sabiduría escénica el maestro Alberto Ure) terminan en el tedio y generan fastidio, a pesar de ciertos momentos divertidos y un despliegue de producción inusitado. Se salvan de la catástrofe general, el vestuario, la coreografía y ciertos detalles escenográficos. Y en cuanto al elenco, sólo entraron en el universo de Moliére Lucrecia Capello y Liliana Pécora. En cuanto a Enrique Pinti, que dijo haber soñado con este personaje, mejor ni hablar. Luce opaco, como incómodo en su papel, y no da ni ahí la gracia y la picardía de tan rico personaje. Hay un grave error conceptual al pensar que a los clásicos hay que aggiornarlos a mansalva, porque si no el público pierde interés. Salvando épocas y estilos, habría que aconsejarle al desprejuiciado Willy Landin que corra al Liceo a ver la ejemplar versión de Elena Tritek de EL PRECIO, de Miller, sin cacarear tanto.

La Televisión Pública se renueva y no todo es obsecuencia en el canal estatal. Una verdadera sorpresa resulta el ciclo periodístico EL DEBATE, para terminar el domingo con alguna reflexión. Con la siempre eficaz conducción del Adrián Paenza, el ciclo aborda temas urticantes y promueve, con total respeto por los invitados y el público, la discusión sin condicionamientos y lleva a pensar en la realidad del país. Se pregunta bien y hay ganas de escuchar (algo difícil en estos tiempos de sonido y furia). No hay golpes bajos y ya se han abordado, con total honestidad, temas como el aborto y el de las sustentabilidad de la minería a cielo abierto. Participan Mario César Alderete y Nicolás Gutman. Imperdible. Y por la misma pantalla, pero sin llegar a tanto y entreteniendo con buenos recursos, se puede seguir un dinámico magazine vespertino, con entrevistas y móviles, con la dinámica conducción de Lalo Mir y Carla Conte. Se llama VIVO EN ARGENTINA y va de lunes a viernes, a partir de las 14. Un programa de interés general que informa y divierte con simples recursos. Es bueno que la televisión de aire cambie las ofertas.

Esta información es sólo para cinéfilos y amantes del espectáculo vernáculo. Para los que viajan, acaba de editarse en España (me la acaba de traer un amigo, que sabía que yo la buscaba como si fuera un incunable) la única película que hizo en ese país el reconocido coreógrafo argentino Alfredo Alaria, en 1961. Este importante bailarín saltó de la compañía del mítico Miguel de Molina a los teatros porteños y a recorrer el mundo, triunfando en el Folies Bergère de París y en el Lido. Aquí participó en algunas películas y llevó a escena EL OTRO YO DE MARCELA (también intervino, junto a Delia Garcés en el film del mismo nombre ,de 1950). Alaria (1931-1999) se hizo famoso por sus escándalos y sus sofisticadas coreografías. El film DIFERENTE está considerado como la primera película queer de la historias del cine español y su temática homosexual esquivó a la férrea censura franquista por su estilo onírico y sus bailes que oscilan entre el kitsch y el camp. Todo un desafío para la época y una verdadera curiosidad, dirigida por José María Delgado, que hará las delicias de los amantes de la desmesura. Take it easy.

Cuando se deja de lado, por un rato, la lectura, siempre es bueno buscar refugio en la radio, un espacio eterno para oídos inquietos. Si recalamos en la FM, por ejemplo en la 100, tenemos mañana y tarde para entretenernos. Está el humor zumbón de Roberto Petinatto, la mirada irónica de Lalo Mir y el desenfado de Rony Arias, entre otros conductores para destacar. Hay buenos comentarios, entretenimientos y gran respeto y calidez para manejarse con la audiencia. No es poco en estos tiempos de zafadurías sin límite o exacerbado personalismo. Para tener en cuenta.
La televisión por cable sigue deparando sorpresas fílmicas. En estos días, la señal HBO está presentando, con carácter de estreno, EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS (EE.UU. 2008), una descarnada reflexión sobre los efectos nefastos de la guerra y los extremismos en los más pequeños. La trama, inteligentemente hilvanada (aunque con algunos esquematismos)por el director Mark Herman, se centra en una base militar, cercana a un campo de concentración, durante la Segunda Guerra Mundial, en pleno auge del nazismo. Allí se traslada una familia con dos hijos, cuyo padre es un comandante de las SS. El pequeño Bruno, de apenas ocho años, empieza a descubrir la verdad cuando se hace amigo de un niño judío confinado, como otros tantos condenados, en un cruel destierro cercano al lugar donde vive la familia. La unión de los chicos tendrá terribles consecuencias y el film se cierra con una de las secuencias más terribles y desoladoras de la historia del cine. Con magníficos intérpretes -David Thewlis, Vera Fumiga y Asa Butterfield- la cinta se yergue en una siempre bienvenida reflexión sobre los excesos ideológicos y la indignidad a la que puede llegar el hombre. Para tener en cuenta, sin hesitaciones.


En una época en que la dramaturgia nacional no es muy sólida, siempre es bueno volver a autores de enjundia, cuyas piezas ya son pequeños clásicos. Es el caso del autor, docente y director Mauricio Kartun, uno de los talentos más destacados de las últimas décadas, con una solidez conceptual y una aguda reflexión sobre la realidad argentina que se destaca netamente en la escena vernácula. Responsable de EL PARTENER, CUMBIA MORENA CUMBIA y LA MADONNITA, entre otros recordados títulos, llega a la cumbre de su talento con EL NIÑO ARGENTINO y ALA DE CRIADOS. Esta última joyita, que todavía se puede disfrutar en el Teatro del Pueblo, es una referencia insoslayable para todo amante del teatro, estudioso del lenguaje y curioso del buceo histórico con personajes y situaciones que ahondan en nuestra cultura. Un creador para seguirle el rastro.