viernes, 12 de agosto de 2011

Cuadernos del Espectáculo Nro. 23

Cuadernos del espectáculo Nro. 23
Por Carlos Abeijón
Exclusivo para Radio Capital del Sur


Por fin la alicaída cartelera teatral porteña(no por cantidad sino por calidad)recupera cierta enjundia después de los despropósitos de tanto teatrista advenedizo con ínfulas vanguardistas. Resulta gratificante que el maestro Juan Carlos Gené -ejemplo de coherencia ideológica y sabiduría escénica- esté de nuevo entre nosotros y nos regale su arte, después de deleitarnos, hace un tiempo con su deliciosa puesta de BODAS DE SANGRE, de Lorca, en el CELCIT. En esta oportunidad, en el Teatro Presidente Alvear, ofrece su impecable versión de HAMLET, de William Shakespeare. Esta tragedia monumental del teatro isabelino (cumbre de su autor, junto a REY LEAR), profunda radiografía del poder y aguda mirada sobre la condición del hombre y la existencia, fue abundantemente revisitada por el cine (acertadas versiones de Laurence Olivier, 1948, y Kenneth Branagh, 1996) y el teatro (de la respetuosa mirada de Omar Grasso, 1980, con un magnífico Alfredo Alcón, al irreverente desafío de Ricardo Bartis, en 1991, en HAMLET o LA GUERRA DE LOS TEATROS). El drama de la voluntad decidida del protagonista, que no vacila cuando tiene que defender su legítimos derechos, cobra, en la acertada versión de Gené, gran vuelo renovador sin distorsionar el texto. El director, con un uso magistral del espacio escénico, demuestra que aún se puede arrojar luz, sin traicionar su esencia, sobre un texto imperecedero. Escenografía, vestuario, iluminación y música están a la altura de la circunstancias. Lo que empalidece un tanto semejante brillo es la diversidad de estilos interpretativos que se cruzan en el escenario. Los que logran labores equilibradas son Camilo Parodi, Luciano Linardi y Horacio Peña. Mientras Edward Nutkiewicz está demasiado engolado como El REY y Luisa Kuliok da lo mejor de sí misma como LA REINA. En cuanto a Esmeralda Mitre, a pesar del esfuerzo y de portar apellido ilustre, le hace falta todavía transitar mucho escenario. Finalmente, después de haber brillado en EL NIÑO ARGENTINO y LA OSCURIDAD DESPUES DE LOS BOSQUES, el audaz Mike Amigorena encara un tour de force, como el protagonista, que todavía le queda grande. Si bien, en ciertos momentos, hace vibrar al personaje, sus tics, sus coqueteos con la ambiguedad y su estilo extravagante generan un anticlímax molesto. Una propuesta interesante, para ver y discutir. Y la fiebre por HAMLET no termina aquí, ya que hay diferentes enfoques para un mismo texto. En el Teatro Sha, Carlos Rivas sigue con la segunda temporada con su curiosa versión, con Gabriela Toscano poniéndole cuerpo al héroe. En La Mueca, Carlos Pires ambienta la historia en México, con la droga como telón de fondo. En Belisario, Marcelo Savignone propone un formato de unipersonal. Los clásicos son eternos y dan para todo.

Por suerte el teatro no se rinde y sigue presentando ofertas interesantes. Sin ir más lejos, en el Lola Membrives, aún hay tiempo para disfrutar de la impecable versión que logró el talentoso Claudio Tolcachir de la conmovedora pieza de Arthur Miller, TODOS ERAN MIS HIJOS, con Lito Cruz y Ana María Piccio, al frente de un sólido elenco. Y para lo que les gusta comparar con otros ámbitos artísticos, la señas de cable CITYSTARS está ofreciendo VIDA POR VIDA, el traspaso al cine de la obra, que realizó, en 1948, Irving Reis, con Edward G. Robinson, Burt Lancaster y Mady Christians en los roles principales. Cine desde el teatro con buenos resultados. Y algo más...Sería una alegría tener de nuevo en cartelera ESTADO DE IRA, divertida y aguda reflexión sobre los entretelones del teatro, gracias al talento de Ciro Zorzoli y su troupe y que sirvió para descubrir a una actriz interesante: Paola Barrientos. Fue de lo mejor del teatro alternativo de la temporada anterior.¡A ponerse las pilas empresarios!

Siempre teniendo como objetivo la provocación y llevar al espectador a la incomodidad frente a sus espectáculos, la megacompañía vanguardista La Fura dels Baus acaba de presentar, en el Club GEBA, LA DEGUSTACION DE TITUS ANDRONICUS si, drama histórico romano (1589), de William Shakespeare. Después de la impresionante puesta de EL GRAN MACABRO, hace un tiempo, en el Colón, la briosa compañía catalana, con dirección y dramaturgia de Pep Gatell, abreva en las fuentes primigenias del máximo exponente del teatro isabelino. Con su peculiar estilo, lleno de sonido y furia, y compartiendo el espacio escénico con los espectadores, rompe las nociones aristotélicas y neoclásicas, para ofrecer un banquete caníbal, con profusión de sangre y mutilaciones varias. La impactante performance destila adrenalina y despierta múltiples estímulos sensoriales. Es una propuesta audaz, no apta para espíritus sensibles. Resumida la obra del Bardo y después de tanto delirio audiovisual, lo que queda son demasiados fuegos de artificio y un grupo actoral bastante desparejo. Las formas expresivas distintas siempre son bienvenidas, pero hay que tratar que la esencia del texto no se distorsiones.



Evidentemente, cantidad no es calidad. Esto lo demuestran los siete estrenos cinematográficos de esta semana. Lo mejor está en la coproducción entre Dinamarca y Suecia, EN UN MUNDO MEJOR. Oscar a la Mejor Película Extranjera, esta conmovedora obra de Susanne Bier, a pesar de ciertos esquematismos, reflexiona, con equilibrio temático y formal, en el sinsentido de la violencia en los puntos más distantes del planeta, la crisis de valores y su influencia negativa en los más jóvenes. La sensible mirada femenina se hace notar y lo bueno es que elude cualquier tipo de efectismos. El cine danés sigue deparando gratas sorpresas. Y aunque el cine argentino no parece encontrar un camino(falta una industria fuerte y hay demasiada banalidad y torpe experimentación en juego), muestra, por lo menos buenas intenciones: AUSENTE, de Marco Berger sigue indagando en la diversidad sexual (como en su anterior PLAN B), el amor, el dolor y todo el resto, en un relato de buen administrado suspenso, y HACHAZOS es un nuevo logro de Andrés Di Tella en el género documental, esta vez recuperando la obra del cineasta experimental Claudio Caldini. Y los melosos de siempre y seguidores de la autoayuda (¡Dios nos libre!) irán corriendo al cine a ver Larry Crowne, el regreso a la dirección, después de quince años y nadie entiende para qué del bobísimo Tom Hanks, formando pareja con la cada vez más cara de pato de Julia Roberts. Nada más que una anodina comedia romántica. Claro que los amantes de los superhéroes surgidos de la historieta la llegada de LINTERNA VERDE les dará alguna alegría, pero la dirección de Martin Campbell no hace nada por transformar el entretenimiento en algo más allá que el bostezo. Y, para ir terminando, los amantes del género de terror, sin demasiadas pretensiones, pueden pasar un rato de angustia con LA OSCURIDAD. Y pobre el cine italiano, experto en buenas comedias, con la rutinaria y poco inspirada ¿DIFERENTE DE QUIEN?, sobre un atribulado gay que llega a ser alcalde, ante la incomprensión general. Bueno, es lo que hay. Au revoir.